Nueva teoría explica la estructura del Sistema Solar

Nueva teoría explica la estructura del Sistema Solar

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Cuando se trata de la formación de los planetas, la teoría convencional con la que trabajamos tiene ya más de 40 años de antigüedad.
Según explica esta teoría, los pedazos de roca y polvo se agruparon para formar los planetas rocosos que a su vez atrajeron a los gases para formar su atmósfera. Los gigantes gasesosos se forman cuando estos núcleos rocosos crecen por lo menos diez veces el tamaño de la Tierra siendo capaces así de atraer grandes cantidades de gas.
Pero hay muchos problemas con este modelo, por ejemplo, no explica como los trozos de roca quedaron finalmente unidos entre sí tras la colisión, después de estrellarse uno contra el otro. Luego está el dilema de la rotación planetaria. Si los planetas se forman a partir de la agregación aleatoria de polvo y rocas, ¿por qué casi todos giran en la misma dirección? Sin duda, sus rotaciones deberían ser distribuidas al azar.
Pero en los últimos meses varios astrofísicos han comenzado a discutir otra idea que soluciona estos problemas. Sergei Nayakshin, de la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, explica esta nueva teoría.
El nuevo enfoque da un giro al modelo actual. La formación planetaria comienza a distancias de más de 50 UA de la estrella madre, cuando variaciones aleatorias en la densidad de la nube de gas protoplanetario empieza a atraer más gas y a crecer bajo la fuerza de la gravedad.
Dentro de estos grupos aislados, llamados embriones planetarios gigantes, cualquier material rocoso se une formando el núcleo rocoso. Estos núcleos giran todos en la misma dirección que la nube de gas original, a partir del colapso gravitatotior de la nube, y no por colisiones al azar.
Como los núcleos se están formando todavía, los planetas embrionarios interactúan con la nube de gas de la estrella madre, haciendo que caigan hacia el interior de forma espiral. Los astrónomos saben desde hace mucho tiempo que las enormes atmósferas gaseosas son inestables a distancias menores de un radio crítico debido a distintos factores, tales como las fuerzas de marea y la irradiación del Sol. Por lo que cuando los embriones planetarios se acercan a menos de este radio crítico, pierden sus envolturas de gas dejando tras de sí a los planetas rocosos como el nuestro.
Por coincidencia, en el radio crítico, los planetas que caen en espiral no pierden sólo el gas, sino también los restos sólidos aún mezclados en sus atmósferas. Este radio corresponde con el Cinturón de Asteroides en nuestro Sistema Solar. Esta nueva idea explica por primera vez cómo se formó el cinturón y por qué separa a los gigantes gaseosos de los planetas terrestres.

Los gigantes gaseosos como Júpiter son embriones planetarios que simplemente no emigraron hacia el Sol, acercamiento que se detuvo cuando la dinámica orbital se instaló en el sistema relativamente estable que tenemos ahora.

Una característica impresionante de este modelo es que, naturalmente, representa la estructura del Sistema Solar, con los gigantes de gas distantes separados de los planetas rocosos interiores por un cinturón de asteroides. Ningún otro modelo lo hace con tanta elegancia.
Lo curioso de esta nueva forma de pensar es que ninguno de los mecanismos mencionados se basa en nuevas ideas.
Por ejemplo, la idea de que los planetas terrestres son gigantes de gas que han perdido sus atmósferas de gas fue planteada por primera vez hace más de 30 años. Los astrónomos la abandonaron después de que varios cálculos mostraran que los gigantes de gas no pueden formarse cerca de una estrella, donde se encuentran los planetas rocosos en la actualidad.
Y la idea de que los planetas pueden migrar a grandes distancias en un sistema planetario también se ha estudiado en los últimos años.
Lo novedoso de esta teoría es la re-ordenación de estos procesos, de forma que los gigantes gaseosos primero se forman y luego migran, perdiendo sus atmósferas conforme se acercan a la estrella madre. De pronto, esto parece obvio.
Pero aún queda mucho trabajo por hacer. Nayakshin señala que el nuevo modelo aún no tiene en cuenta estructuras tales como el Cinturón de Kuiper o la Nube de Oort, y tampoco puede explicar la composición de los cometas.
Pero hay una idea de entusiasmo alrededor de esta idea que ha captado la atención de los astrónomos.
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